martes, 12 de junio de 2012

Lluvia

Ejercicio literario basado en el Tema,  Lluvia
Yo no sé, mirá es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo.  Creo que así  no podemos viajar por la montaña  dijo Marcos mientras cerraba la puerta balcón  de la hostería de Cafayate, donde habíamos pasado la noche.
A mí también me daba temor manejar por la alta montaña en medio de semejante lluvia y niebla. Pero qué remedio quedaba, le habíamos dicho a Piero que nos esperara en la Terminal de Tafí del Valle. No lo podíamos dejar plantado. Eso sí, iríamos bien despacio, tratando de evitar que las ruedas patinaran en el barro y termináramos en medio de un precipicio.
Sin embargo,  a pesar del peligro y de la desconfianza que sentía, la lluvia me atraía como un imán.
Cuando comenzamos a subir por la quebrada, no se veía absolutamente nada. Dentro se empañaban los vidrios con nuestros alientos. La lluvia arreciaba en las laderas de la montaña. El coche se deslizaba muy despacio entre charcos y barro.
De los nervios me puse a cebar mate. Le ofrecí a Marcos y me  miró como si estuviese loca.  Me tomé todo el termo yo sola.
El desempañador no alcanzaba y la lluvia era tan intensa que no se veía a un metro del capó.
Teníamos que parar,  pero  no había ningún refugio. Si llegase a venir un micro de frente o por atrás ¿Nos vería? La situación era muy desesperan te.
De pronto el coche se quedó atascado en una huella de barro. Ahora sí que estábamos empantanados. Empecé a temblar de susto y  frío. Marcos me dijo que debíamos bajar, quedarnos dentro podría ser nuestro fin.
Tomé  la cartera,  cerré el cuello de mi campera y abrí la puerta. Solo en ese momento noté que el coche, de mi lado, estaba al borde del precipicio. Comencé a gritar.
Marcos trató de calmarme y me indicó que volviera a cerrar la puerta despacio, que el coche no se moviera. Puso el freno de mano pero igualmente  se deslizaba.
Nunca  hubiese creído que mi vida pudiese terminar desbarrancada por un precipicio a causa de una lluvia salvaje.
Nos quedamos los dos en silencio,  apenas respirando para evitar cualquier movimiento. Entonces Marcos abrió su puerta  y bajó despacio en medio del barro. Por lo menos de su lado no había precipicio. Me tendió la mano y me indicó que me moviera suavemente, así  me guió hasta alcanzar el exterior.
Cuando cerró la puerta del coche, con estrepitoso ruido vimos desaparecer nuestro auto por el barranco.
¡Nos habíamos salvado solo por una fracción de segundo!
Era tanta mi angustia que comencé a llorar.
─ Por favor no llores ─ me pidió Marcos. Debemos salir inmediatamente del camino, corremos peligro de que un coche nos lleve por delante. No se ve nada.
Caminamos penosamente bajo el intenso aguacero, empapados, embarrados. En un momento encontramos un angosto sendero. No teníamos idea adonde nos conduciría,  pero el solo hecho de salir de la ruta nos alentó a seguirlo. 
Al rato nos sentíamos aliviados. Ahí ya no podían pasar camiones ni micros, solo personas. Pensé en todo lo que había quedado en el baúl del coche. Pero estábamos vivos. ¡¡Que alegría!!
Después de caminar por un buen rato, encontramos un ranchito. Golpeamos  las manos y asomó un paisano. Al ver nuestro calamitoso estado, nos hizo entrar y sentarnos al  fuego de un gran brasero. Todo el rancho era un único ambiente con paredes de adobe y techo de paja. La familia,  tomaba mate y varios niños,  sentados alrededor del fuego, se mostraban tímidos. Nos sirvieron mate cocido y tortas fritas. Fue la comida más rica que probé en mi vida.
Marcos y yo empezamos a estar contentos, casi felices y nos reíamos tanto que los niños se contagiaban y reían ellos también. Generosos, nos brindaron todo, de lo poco que tenían.
Luego de unas horas paró la lluvia. Nos despedimos de nuestros nuevos amigos con la promesa de volver y retribuir de alguna manera tanta solidaridad.
Don Anselmo, nos acompañó un trecho para guiarnos hasta el próximo pueblo, donde había teléfono. Allí podríamos conseguir ayuda.
                                                                                               Gely Taboadela

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