miércoles, 13 de junio de 2012

LA REINA DEL REBUSQUE


               Reina argentina, Reina del rebusque, sentada en un trono de pan cotidiano y dignidad. Aprovecha todo lo que se le presenta, no tira nada a la basura, sólo se desprende de algo cuando sabe que ya no lo va a necesitar, o cuando puede reemplazarlo por otra cosa más útil.
Camina por los gusanos transparentes, por los pasadizos de la ciudad, por un sistema circulatorio vive la vida urbana. Como quien no tiene nada que perder marcha por la vida con una mirada antigua.  
Camina para ir a su trabajo por las calles de un lindo barrio, algunas veredas están muy rotas, pero en todas los hermanos árboles mueven sus ramas grisáceas, verdes, llenas de movedizos caireles de oro. Plátanos, liquidámbares, álamos rumorosos son los amos de la calle: obligan a las vecinas a barrer las veredas, extienden frente a las casas su colchón que huele a verde.
Y ella camina, sabiendo que todavía no ha llegado el frío más intenso y que deberá conseguir más abrigo para los próximos meses. Está bastante feliz, porque siente el aire en los pulmones, la sangre en las venas, el ritmo de la marcha. Sabe que debe cuidar cada moneda. Volviendo a empezar. ¿Cuántas veces se puede volver a empezar, juntar los pedazos, creer, dar un paso, y después otro, y otro…? Hasta el fin del día, otro y otro, igual, igual.
Los árboles cambian, pierden las hojas y los chicos crecen, pierden los dientitos de leche y el tiempo la va llevando.
Se hunde en el río verdoso de los sueños en el calor de la piel. Vibran las yemas de los dedos antenas  contactan corto circuito carne rosada rojiza se estremece aire amargo Sí, me decís, y me quedo tranquila ya no me importa no sé no sé quereme por favor acariciame el lomo que está a la intemperie en carne viva. Piel viva bajo la piel muerta.  
               En la oscuridad de la noche de ojos abiertos busca un sentido, con desesperación, hasta que el sol le devuelve la vida.
               Reina, reina, por el porte, por el orgullo que a veces se le arruga y se le cae en hilachas. Aún así camina, camina por los vasos comunicantes, se cruza con otros que caminan como ella, que fluyen,  como ríos sonámbulos esperando algo, una chispa.
                                                                                    
                                                                                           Mónica Cincinnati
                                                      

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