Londres con Victoria
Salida de Barcelona 29 de Septiembre de 2012. Un
viaje programado en Europa .Por primera vez, las dos solas, con mi hija
Victoria. Después de tantos años que
vive en el exterior, confío plenamente en su experiencia. Ella preparó todo con
sumo cuidado y dedicación, previó los
traslados, hizo reservas de entradas para el teatro y buscó lugares para
visitar. Mis hijos son muy organizados
para estas cosas, les gusta y lo hacen con mucho cariño. Así que me dejo
llevar y cuidar. Ahora es mi turno. Sabemos que la estadía será corta, hay
mucho para ver, tenemos que aprovechar el tiempo al máximo.
Viajamos
a Londres, muy temprano, en un vuelo
corto, de alrededor de 1 hora, con una mochilita cada una. Al descender tomamos
un tren que en un rato, pasando por campos cercanos a la
ciudad nos deja en la estación principal que es muy antigua y bien cuidada, y
me pareció algo conocido. Claro, es muy similar a la estación Retiro de Buenos
Aires y nuestros ferrocarriles los hicieron los ingleses. Nos recibe un sol reluciente, para asombro nuestro que
esperábamos el clima usual de esta ciudad,
o sea: lluvia. Caminamos poquitas cuadras y ya estábamos en el Hotel Hilton
Kensington. Estábamos encantadas de lo lindo y cómodo que era. Tenía de todo,
pantalla plana de televisión con Internet, wifi, bandejita, cookies, té, cama mullida,
la elección había estado excelente.
Dejamos nuestras mochilas y salimos hacia el
centro en subterráneo. Trafalgar Square. Buscamos un City Tour para recorrer la
ciudad mirando desde el piso alto del bus. Pasamos por varios puentes y los lugares
más significativos, subimos a la embarcación que nos llevaba por el Támesis. Ya
me sentía que estaba en medio de un cuento, de esos que leía cuando era chica,
cuando las historias de Dickens me trasportaban a ese mundo lejano, del siglo XIX,
las minas de carbón, sus personajes como David Copperfield, las obras de las hermanas Bronte, Oscar Wilde,
Conan Doyle y otros tantos que llegaban
a mis manos ávidas .También leía la vida
de las princesitas Isabel y Margarita, que se publicaban en una revista que mi
madre compraba semanalmente: “Maribel”·
Mientras recordaba estas cosas, no me
quería perder de nada. Algún edificio muy
moderno mezclado entre torres, museos, Abadías y Capillas, parques y palacios, los clásicos buses de dos
pisos antiguos y nuevos, las típicas casillas telefónicas. Donde diera vuelta
la cabeza descubría, los puentes, las torres,
el Big- Ben, el Parlamento. Los ojos no me alcanzaban para ver todo. Grandes
castillos medievales como los de la
historia del legendario Robin Hood. La gran rueda con miradores, que
giraba a la orilla del río, el teatro de
madera de Shakespeare, la gran foto de
la familia real sobre una de las orillas del río. Todo recién pintado,
impecable, porque además hacia muy poquito se habían efectuado los juegos
olímpicos.
En una
ciudad tan grande y milenaria era difícil poder elegir que podíamos visitar en
tan poco tiempo. Por supuesto no me quería perder el cambio de guardia del
palacio de Buckingham. Disfruté mucho con los soldados de la banda de música y
del espectáculo. Pero la excursión que hicimos ese mediodía fue, casi diría, lo
más lindo del viaje. Desde el Green Park caminamos hasta el subte para ir a
Little Venice. Es el lugar, el Regent´s Canal
de donde parten barcazas para ir
a Camden Lock. Mientras esperamos la hora de salida, almorzamos en una embarcación convertida en restaurante
anclada en la orilla. Luego subimos al
barquito.
Un viaje corto ,45’. Suavemente, casi en silencio se deslizaba
por las aguas calmas de este canal de pocos metros de ancho. En las orillas,
están amarradas barcazas similares, muchas convertidas en vivienda permanente.
Tienen maceteros con flores en los bordes. Voy leyendo sus nombres pintados al
costado: Glastone, My Flower, Lucile, Les y Loraine, Demetrius, Scarlet
Pimpinel, Phoenix y muchos mas, algún tunel ,
el Café La ville. Siguiendo, en el Regent´s Canal pasamos por la entrada
a un Zoológico. En las veredas de cada costado pasan bicicletas. También se ven
hermosas mansiones antiguas de la época victoriana con sus bajadas hasta el
canal. Luego pasamos un restaurante con forma de pagoda China. Se escucha
música bajo un puente, alguien pulsa la
guitarra y canta una melodía india.
Empezó el otoño pero siempre hay en los
maceteros de las ventanas muchas flores rojas. Pasamos el Pirate Castle (un
club de remo) y entramos en un túnel. Faltaba
poco para llegar. De golpe vemos que el barco maniobra para correrse contra la pared de la derecha
haciendo ruido al raspar. Los pasajeros nos mirábamos sonriendo sin entender.
Otra barcaza se nos viene de frente y….pum..., nos choca .Tenemos la quilla del
otro, la nariz, tocando el nuestro.
Todos nos quedamos con la boca abierta. No podíamos creer, ¡en el país de los
“piratas y corsarios” el de la “gran flota naval”, nos chocaba una pequeña
barca! No pasó nada. No fue el Titanic.
Alivio y sonrisas. Los barcos se desenganchan, una vueltita, el otro hacia
atrás y desembarcamos en los puertos felices y enteros.
Camden Lock es un mercado, muy grande y pintoresco. Tiene tiendas de ropas, regalos, souvenires, máscaras,
atuendos de personajes de terror que a ellos les gustan mucho, música, discos
viejos, un local para remojar los pies mientras muchos pececitos te los masajean y la gente se ríe
por que les da cosquillas. Sobre todo mucha comida de diferentes países que
exhiben a la vista los platos de cada
especialidad como propaganda. Hay mucha gente joven y se ubican en largas mesas
sentadas sobre bancos traseros de motonetas, mirando hacia el canal .También se
sientan en las orillas o simplemente comen caminando. Miramos, compramos,
caminamos, cruzamos puentecitos y nos volvemos en subte hasta el Hotel. Nos
espera el Barbican.
Hermoso e impresionante el teatro y el concierto. Por
la mañana, esta vez llueve. Armamos nuestro equipaje para entregar la habitación y lo dejamos en el hotel, para
recoger mas tarde. Nos vamos a ver el museo de Victoria y Albert y la Galería Nacional.
Pasamos en una mirada a vuelo de pájaro, para llegar a tiempo a escuchar un
concierto de órgano en la capilla St. Martin in the Fields. Muy bueno y con mi
ataque de tos incorporado. La verdad es que hacía mucho frio.
Despedida almorzando en Wagamama. Rica
comida japonesa. Luego al hotel a buscar
nuestras mochilitas. Estación de tren y aeropuerto. Pasamos como una ráfaga por
Londres. Es una ciudad hermosa. No hubo tiempo desperdiciado. Estuve años
pensando que difícilmente tendría la posibilidad de hacer este viaje, tenia que
encontrar quien me acompañara. Deseaba ir a Inglaterra, que había sido el
imperio de mundo, que expandió su cultura, sus costumbres, hasta sus juegos, como
el “fútbol” por ejemplo. Además sentía curiosidad por conocer un país que
mantiene su tradición monárquica con respeto y orgullo. Entonces tomé la
decisión, aunque solo fueran tres días quería “palpar” Londres, sólo disfrutarlo,
así que trate de ver todo lo que pude y me lo llevé puesto dentro de mí.
Lo mejor y más importante: haber compartido este hermoso
viaje, con mi hija.
Raquel Micheli, 2013
1 Patagonia
rebelde y costera. Argentina
Hace poco tiempo atrás, fuimos con algunos de mis amigos a ver una
película de Carlos Sorín. Nos gusta, porque es un excelente
director, que cuenta historias que parecen simples, de la vida cotidiana y que
generalmente transcurren en la Patagonia sur de la Argentina. Ya desde la
primera escena, empecé a viajar junto con el protagonista y me sumergí
extasiada en mi butaca, admirando la desmesura del paisaje, para mí
conocido, por otros viajes ya lejanos en el tiempo. Pero nuevamente me sentí
impactada ante la imagen. Parecía que el cielo acariciaba esa
tierra desnuda de vegetación, alumbrada por el último sol de la tarde, y
el automóvil era un puntito que zigzagueaba, como una hormiga solitaria
en el camino que dividía en dos la pantalla.
Me deje inundar el alma por esa imagen de soledad y grandeza de
ese suelo. La extraordinaria belleza de lo simple y natural estaba en “mi
tierra” .Y así es esa ruta 3 que va hasta la punta del país. Cada tantos
cientos de Km en la “nada”, de suelos achaparrados, sin árboles, ni
casas, ni gente. A veces cuando el camino esta más cerca de la costa se deja
ver el brillo del mar y algún animalito que se cruza y cuando se aleja un
poco se divisan las mesetas patagónicas, en suaves ondulaciones,
hasta llegar algún pueblo o ciudad. Es el desierto que cuando ha tenido
inviernos fríos y lluviosos, en verano sorprende con su floración y colorea el
hermoso paisaje con especies que no identificamos. En algún viaje quise
llevarme una matita de flores, bajé del auto y escarbé la tierra, pero no tuve
suerte, en casa no brotaron porque son propias de ese lugar.
Conocer la Patagonia, sus misterios, implica la gran aventura. Puedo
contar un poco, desde mi sentir como yo la he visto.
Viniendo desde el Norte hacia Chubut por tierra, desde Bs. As por
la ruta 3, por zonas costeras, el camino es una extensa y casi línea
recta de 3074 Km. hasta la punta de Sudamérica donde está la Argentina. Si vamos por
aire podemos apreciar la península y la caleta Valdés (¡mapa
de papel manteca, “plumín y tinta china”!).
A medida que dejamos el límite de Buenos Aires con Río Negro-
Viedma, y entramos en la Patagonia, el verde del suelo se va opacando, comienzan a aparecer
los pastizales típicos redondeados de coirones, jarillas y chañares
cubriéndolo intermitentemente En verano unas florcitas amarillas matizan el
verde grisáceo. Los árboles se van espaciando cada vez más y los pueblos
también. Vamos entrando a la desolación, al semi-desierto, la estepa
patagónica. El camino ya no es plano. Hay lomadas, algunas montañas rocosas,
pasando por Sierra Grande. Cruzamos a Chubut. El paisaje es gris, los animales
silvestres se mimetizan con él. Podemos ver guanacos cruzando los campos,
cuises, zorrinos, zorros, choiques (ñandú). También el clima es acorde, seco y
con días de fuertes vientos propios de la zona.
Pasamos por Puerto Madryn la primera ciudad del camino, ya en plena meseta patagónica. Desde
ahí o desde Puerto Pirámides en el
invierno
hasta
entrada bastante la primavera, se puede realizar el avistaje de
magníficas ballenas. Pirámides, es la mejor playa de Chubut. Debe su
nombre a la similitud de las rocas y acantilados que rodean la bahía con
las “pirámides
verdaderas”.
Se llega desde la ruta 3, por un camino que atraviesa el brazo angosto de
la península y que deja ver en determinado tramo el mar de ambos lados.
Bajando entre curvas, pinceladas de mar de azul intenso, hasta la playa que se
estira respaldada por médanos de arena fina, muy altos, cubiertos
suntuosamente por una alfombra de verdes e inmensos tamariscos, Puerto
Pirámides nos ofrece sus aguas cristalinas y tranquilas.
Siguiendo por la ruta 3, y ya hicimos casi 1.500 Km.,
faltando solo 14 Km, en una bajada vemos a Trelew, extendida
como desperezándose en el valle. El Río Chubut bajando rápido desde la
cordillera en busca de su salida al mar, le acordona de verde sus márgenes
proporcionándole el agua para los campos
Generalmente a Trelew se la nombra también como “ciudad de paso” porque
es un centro de distribución de bienes y servicios, comunicaciones y
transporte a los diferentes puntos turísticos. Es una ciudad con un aire
cosmopolita, dado por los primeros pobladores que llegaron a colonizar: los
galeses, sin olvidar que estaban los nativos del lugar, los tehuelches,
y luego se agregaron españoles, italianos, árabes, chilenos,
portugueses y muchísima gente de las provincias del Norte de nuestro
país. En el centro, está el teatro Español, que es un hermoso edificio
también como el Hotel Touring y el Salón San David, donde antiguamente se
celebraba todos los años el Eisteddfod*, evento de tradición galesa (se sigue
realizando pero en las instalaciones del Racing Club, porque tienen un
gimnasio apto para la cantidad de gente que concurre). Son los más importantes
históricamente. El aeropuerto está modernizado acorde con el turismo
internacional que recibe: manga alfombrada que se conecta con el avión,
espacios vidriados encolumnando la escalera, con matas de arbustitos,
pastos duros y piedras que emulan el suelo patagónico. También exhibe
decoraciones con réplicas de restos paleontológicos característicos del lugar,
ya que allí se encuentra un importante Museo sobre el tema.
La Patagonia costera nos ofrece una variedad de paisajes dignos de admirar y
disfrutar. Solo hay que animarse a recorrer muchos…. Kilómetros.
Raquel Micheli
*Eisteddfod : significa en castellano “estar
sentado” Es un evento de competencias de diferentes disciplinas
artísticas.
2- Valle Inferior de Rio
Chubut13/02
25 de
Diciembre de 2012 .
Festejo de Navidad en Dolavon, Chubut.
Dolavon es una localidad agrícola del valle del río Chubut, distante a 35 Km. de
la ciudad de Trelew. En una vieja chacra del lugar, cada año,
acostumbran a reunirse los hijos, tíos, primos y demás parientes de una antigua
familia galesa, Lloyd Jones, para festejar la Navidad. Van los que
pueden, a veces más, a veces menos, es una tradición establecida y repetida a
lo largo de muchos años. La casa que era de los abuelos, Taid y Nain
(abuela y abuelo en galés), los está aguardando, vacía de muebles
pero llena de sentidos recuerdos. La nostalgia del pasado los une en la remembranza. Anécdotas
y risas. Esta vez, solo está una de las tías, Ilid, que nació ahí mismo,
en esa casa a la orilla del río, en febrero de 1927 y es la segunda
de 7 hermanos, 6 mujeres y el último varón, Percy.
Estamos en esa casa sentados en unos bancos alrededor de una gran
mesa improvisada con tablones, compartiendo el almuerzo que cada
uno aportó. Y como Ilid es “la que sabe”, después de comer, se arma un
grupo cerca de ella, para hacerle preguntas y escuchar sus relatos familiares.
Mientras Ilid cuenta con placer como era la vida en ese tiempo, la
magia que emana de sus historias nos va impregnando el corazón. Así
motivados, todos empezamos a recorrer la casa. Ella nos muestra la habitación donde
nació, la cocina, la chimenea que también se conectaba con la sala, la puerta
lateral por donde entraban los nietos cuando eran chicos .Todavía están los
frascos de vidrio en los que se guardaban las conservas, la maquinita
para cortar la natilla. Va
desgranando anécdotas, emotivas, graciosas. Cómo se conocieron sus padres
y la cosecha de garbanzos en la que participaba toda la familia.
Los abuelos Herbert 1898 y Mona Lowisa, 1902. Herbert
desciende a su vez de abuelos galeses llegados a la
Argentina en 1875, una remesa inmigratoria que recaló en Santa Fe, Esperanza y
Rafaela. El decidió irse a Sur. Ahí conoció a Mona, una rubia bonita y de
largas trenzas rubias, casi adolescente, recién llegada de Gales. Se enamoran,
se casan y se instalan en el lugar alrededor de 1924.
Ahí cultivaron la tierra, tuvieron sus hijos: Elsie, Ilid, Ada, Meby,
Any, Do (Doris) y Percy, que crecieron y se fueron yendo a medida que se
casaban o seguían el destino que les tocara.
En ese tiempo el río actualmente más alejado, llegaba hasta la
casa, la chacra era muy grande y todos ayudaban. Ahora,
generaciones después, sus descendientes reconocen y valoran entrañablemente
el ejemplo y esfuerzo de tanto trabajo.
Afuera una vez mas los más chicos y algún grande, se suben con
entusiasmo al viejo y herrumbrado carro, como si tuvieran las riendas
imaginarias para azuzar al caballo que antaño los llevaba a la escuela.
A un costado, el banco de trabajo donde descansa un taladro oxidado que
está como adherido a la mesa, nadie lo tocó en muchos años y se quedó esperando
a un dueño que ya no está. Cerca, la prensa, una carretilla y
herramientas de Taid, mudos testigos de un tiempo pasado. Algunas
sillas rotas. Una de ellas se mantiene enhiesta, aunque le falta una pata,
orgullosamente sostenida por un gran manto de enredadera silvestre de pequeñas
flores blancas, como si fuera un tocado de novia , que arrastra y cubre
todo a su alrededor. Nada se quita o se remueve de su sitio. Se preserva la
memoria. Es como recorrer un museo donde lo que se ve, habla por sí solo.
Todo esto rodeado de añosos álamos plantados a cada lado del canalcito que
lleva el agua. Miden cerca de un metro de diámetro, son imponentes y protegen
del viento que los hace bramar fuertemente al sacudir sus ramas.
Los primos seguidos por todos los concurrentes enfilan hacia la casa de Diana,
la tía muy querida, esposa de Percy, el tío menor, que antes vivía a unos
cientos de metros. Es un ritual tácitamente instaurado .La casa está siendo
demolida, porque corría peligro de caerse .Caminan en silencio, mirando
el suelo, desandando la añoranza de su niñez. La tía Diana decidió donar
los materiales que se extrajeron para el arreglo de una Capilla. Y aquí,
la historia tiene una vuelta. Una sobrina, Lidita, logró comprar
una parte de 2 has. de la chacra original que había sido
vendida a otra familia, para edificar su casa a la vera del río. Entonces le
pidió a esta tía algunas baldosas de la demolición para ornamentar
el piso como un homenaje a esos abuelos. Ella, de esta manera recuperó parte de
esa tierra y proyectó un futuro amparado en el recuerdo de tantos momentos
felices. Desde el sitio estratégico donde está emplazada la nueva casa se
puede distinguir a través de las ventanas que enmarcan el hermoso
paisaje, el contraste del blanco y oscuro de las bardas que a lo lejos
limitan el horizonte, las alamedas que crecen a orillas del río y de
sus canales y, en medio de ese verdor, girando la vista a la derecha, se
divisa a lo lejos la casa grande, la de Taid y Nain
Se puede
palpar el sueño de los abuelos, que a través de sus descendientes seguirán
cosechando el producto de su siembra de amor-
Otra historia de inmigrantes, de
los que vinimos de los barcos. Los que nacimos en esta tierra agradecemos
el poder disfrutarla y pertenecer a ella también por sentimiento.
Raquel Micheli