jueves, 26 de diciembre de 2013

La huella, de la grieta, del blanco muro


A Mónica, mi profesora y amiga que  me mete en estos bretes y desafíos para escribir, lo cual le agradezco porque siempre logra algo. Le dedico con todo cariño esta especie de “juego dramático” mitad broma, mitad serio.


Mónica te pidió un relato sobre un poema y a vos te salió otro poema. El relato sigue pendiente. Pero el poema te persigue, te está pidiendo que cuentes. Entonces otra vez hablarás de amor.
Tenés que  contar una historia. Esa que dejó una huella imborrable en tu vida. Esa que habla de amor. Pero te cuesta. Seguro que te sale una letra de tango …”de cada amor que tuve tengo heridas”, o de bolero “nosotros que nos queremos tanto” o de “corazones rotos” , en fin que para hablar de amor , hay que sufrir…”heridas que no cierran y sangran todavía” y ya no tenes ganas de revivir dolores, por lo tanto, tendrás que encontrarle la vuelta porque se ha escrito tanto de amor que no tendrías nada nuevo para agregar a tanta poesía sobre el tema.
Pasabas tu adolescencia soñando con los amores de película que te producían mucha ilusión. Siempre había a tu alrededor algún muchacho esperando que le dieras un “si”, pero vos picoteabas y desparramabas los sí o los no a tu antojo. En realidad estabas siempre enamorada… o ¿eras muy enamoradiza? 
Eras muy joven y era natural que eso pasara
Hasta que un día sin haberlo registrado, alguien empezó a rondar cerca de tu casa, te hiciste la distraída, ni lo mirabas. Pero como buen cazador, astutamente se fue acercando y quedaste atrapada. Así fue que empezaste  a escribir en el blanco muro de tu vida con trazos grandes ese amor nuevo. Eras como la princesa en la torre que el “caballero andante” venía a rescatar, cantó al pie de tu ventana: "la vieja serenata que nadie, nadie olvida” y cubriéndote con un manto de amor y promesas te llevó a su reino lejano. Ese era el hombre que estabas esperando, tenía todas las cualidades. También decí que los defectos los pasabas por alto o no le dabas importancia.
Y acá vendría la parte de la novela rosa: se casaron, fueron felices  y tuvieron hijitos. Aunque todo eso sucedió, fueron solo  momentos. Porque vos te la creíste de cabo a rabo y te jugaste porque "el  amor es más fuerte”. No sabías que él era un cazador nato y no viste que seguía cazando en otros cotos. Tenía sus armas. Podía causar las heridas más profundas. La  principal: la palabra. La usaba para retenerte, dominarte y herirte. Le reprochaste ¡“mentira, tu vida siempre ha sido una mentira”! "me mentiste, me engañaste” y cosas por el estilo.
¿Y... ahora? ¿Cómo salís de ésta? Llegaste adonde no querías. Ya tenés la grieta en el muro. Te ilusionaste con que era el amor para toda la vida, y te traicionaron como en el tango. Estás frente a la puerta y “al llegar hasta el umbral, un candado de dolor”…decís , no,  basta, “tu puedes”, levantas la cabeza y miras adelante ( gracias al psicólogo, libros de autoayuda, lágrimas, voluntad, apoyo de la gente que te quiere) y la atraviesas. No te rindes. (Por sugerencias de los compañeros: …"¡resistiré! ¡resistiré!”...
Lo cierto es que viviste un sentimiento leal, genuino, más allá de que fuera correspondido o no. El cazador se llevó el morral vacío. Supiste sembrar en los surcos de esa huella  amores nuevos que están con vos.
Total, que la vida es una canción que seguirás escribiendo en tu muro.
.Para terminar: “Si anduve siempre en amores ¡Qué me van a hablar de amor!”.
 Chan -chan
Nota: Los trozos de canciones escritos en cursiva no son de casualidad y pura coincidencia, son a propósito para que identifiquen los títulos
Raquel Micheli .Diciembre.2013




El Blanco muro


Un tajo es siempre huella en la vida
en la vida,
en esa huella de un tajo.


Hugo Mujica



Eras muy joven cuando en tu blanco muro
se inscribió el amor con trazos fuertes, apasionados.

Amor de letras grandes,
como grandes las promesas.

Ese amor que se hizo carne en tu carne.
Sin pausa,
se fue perdiendo en el tiempo.

En su lugar
una grieta abierta de dolor,
se agranda al  recordar.

Grieta, tajo, huella del amor vivido.
Buscas el porqué,  buscas el sentido,
y en  la huella,
es que lo encuentras .

El muro no esta  vacío.

                                En ese espacio  escribiste

                                                                           ternuras de amores nuevos.

Raquel Micheli
2013


sábado, 14 de diciembre de 2013

La noche de la rubia



Basado en: “Verde y negro”
 de Juan Jose Saer



Al fin aflojé. La mina estaba muy buena y  dejé  hacerme  de rogar. Subí al auto Con esto solo ya tenía tela para contarle a los muchachos,  y todo lo que  faltaba todavía. Ella se corrió al volante.
A partir de ahí, la rubia sin mirarme arrancó fuerte en primera. Casi salté del asiento.-le agarró el apuro- pensé. Yo le miraba de costado las piernas fuertes musculosas, el pelo largo y rubio. Pero no me animé a tocarla.
No se porqué,  pero ella, cambió la cara, iba muy seria.  Salió del pueblo y anduvo en la ruta, pensé que íbamos al “telo”, pero no, siguió de largo hasta  que de golpe bajando la velocidad, dobló para atravesar un portón grande. En el fondo se veían algunas luces. Era una casa grande, de gente de plata. Ahí me dijo:
-Bajate, ponete cómodo .Me dejó cuando pasamos la puerta, entre medio de un grupo de gente media rara, con  ropa que parecían disfraces. Se los veía tomar, algunos abrazados, otros bailaban una música lenta.
Fui a una barra donde servían bebidas y aproveché a pedir un wisky, como para ponerme a tono con los bienudos esos. Mientras tomaba, pispeaba a la gente y pensaba – ¿Y éstos se divierten?- Del piso de arriba se escuchaban risas. – Será que la joda es arriba, nomás.
 Mientras, la rubia seguía sin aparecer. Al final, ¿para qué me trajo? Al rato sentí que me tocaban el culo. Me di vuelta. Nada. Me habrá parecido. Y otra vez. Ahí sí, lo pesqué. Era un tipo cerca mío, mientras me lo apretaba con la mano, me decía al oído ¿vamos bombón?...
¡Diosito mío! Dónde me metí ¡! Si se enteran los muchachos, flor de cargada…
Busqué la salida desesperado, y en eso veo bajar a la rubia por la escalera de costado, con un vaso en la mano y un tipo agarrado del hombro. Le iba a pedir que me llevara de vuelta, porque en realidad yo fui por ella y estaba con otro. Además me sentía mareado. Cuando me acerqué le noté algo extraño, era el pelo torcido de una peluca. Se la arranqué de un tirón.
¡Era un tipo! ¡La cosa ésa era un tipo! No dijo nada, solo me enfrentó con ojos desafiantes- por un segundo quedé duro, pero me di vuelta y salí corriendo lo más rápido que pude hasta la ruta, sin parar. Ahí me descompuse, largué todo. Después seguí caminando hasta el pueblo, faltaba mucho… ¡Qué papelón! ¡Y yo me la había creído!
Esto no lo podía contar.


                                                        

El bombón de licor

El placer de saborear un bombón de licor, me recuerda mi niñez cuando revolvía la caja de chocolates buscando en especial los más redondos y abultados que eran los que más me gustaban. Rompía con los dientes la cáscara azucarada para volcar rápidamente el licor en mi boca. El disfrute total del sabor.
Ahora me gustan todos los chocolates, aunque el de licor sigue siendo mi preferido.
Conocí al escultor Horacio Santos, en un evento que  realizaba mi provincia. Yo era parte de la organización y mi función era atender a los expositores. Mientras colocaba los folletos de la exposición en una mesa, me detuve  mirando la foto de un morocho con adorable sonrisa de dientes blancos y ojos chispeantes. Mi boca dibujó un ¡guaau!... silencioso y para adentro. Me propuse:-Tengo que encontrar a este bombón. Así fue. Luego del horario establecido, salimos con todo el grupo para cenar, por supuesto el brasilero estaba ahí. Nosotros como anfitriones teníamos que homenajear a los invitados. Al despedirnos, nos pasamos los mail, teléfonos, miradas, algunos diálogos cortados, estoy sola, estoy en pareja, pero por poco tiempo más, vivo en Buenos Aires,¿ cuando venís?, escribime... llamame…
  A partir de ahí me contacté con él, primero con la excusa  del trabajo. Volaban los mail ida y vuelta, hasta que ¡Oh casualidad!, me dan una comisión en  Buenos Aires, para un Congreso Interprovincial. Ni bien llegué, ya Horacio me estaba llamando para encontrarnos. Al rato otra vez, hasta que me dio las indicaciones para viajar al lugar donde él se encontraba. El colectivo me llevaba por Libertador y mis pensamientos iban más rápido, imaginando cómo sería el encuentro con mi moreno brasilero, de sonrisa tierna y voz dulce, cómo sería rozar esa piel oscura y aterciopelada. Cómo sería…
Horacio me esperaba en la puerta, se le notaba la ansiedad en los ojos, en las palabras, en los gestos. Luego, me llevó de gira, a pasear la noche de Buenos Aires y más tarde a su casa.
Ya de madrugada, mientras me dormía plácidamente, con mis expectativas cumplidas, pensaba: ”me he comido el mejor bombón de licor de mi vida”.


    Raquel Micheli
          2013 

El botón

Sobre la vereda manchada, contra la pared estaba el cuerpo del pibe. Llegó la policía. Enseguida la ambulancia. Y se lo llevaron. Solo quedó un grupo de mirones y los canas haciendo su trabajo. Marcas de tiza, cintas. Estaba claro, lo apretaron por “la merca” y se les fue la mano. No vieron el botón en la grieta de la pared. Pobre pibe.

 Al ratito nomás cayeron el abuelo y “el tano”. Los padres ni siquiera aparecieron. Pero “el tano”, con su saco de siempre, tenía un botón de menos.

Raquel Micheli
2013

viernes, 1 de noviembre de 2013

EJERCICIOS LITERARIOS


Los dos poemas que figuran a continuación son producto de un ejercicio literario del taller, en el que, utilizando  palabras extraídas de poemas de Raúl G. Aguirre, escribí un poema inspirado en un cuadro de Antonio Berni y otro de Emilio Pettoruti.


SOBRE UN CUADRO DE ANTONIO BERNI






Del otro lado
de la muralla
contemplas
la metrópolis
en ruinas.

La piedra dura
las mentiras                                                                          
la muerte
los fracasos.

Sabes
que es tu único tiempo.

Hay fuego en tu corazón.

Escuchas  a la calandria
ebria de sol.

Y el arco iris,
en tu inocencia,
es tu luminoso
Destino.

Inés Aguirre
2013


CONVERSACION CON MI PADRE IX


LOS OBSTINADOS HACEDORES DE POEMAS

Los obstinados hacedores de poemas,
con sus poemas que suponen inmortales,
buscan ser atendidos, entendidos,
celebrados, queridos, consolados,
amados y salvados. Pobres niños,
pobres que tanto piden,
los que padecen soledad, postergación, olvido,
y nunca serán hartos.
Oh los que piden por la Poesía en negros pedestales
De las metrópolis en ruinas. Pobres almas,
solitarios despojos de las centurias imperiales,
mis poetas, mis dobles en el espejo, yo.

Raúl G. Aguirre
1978

LOS HACEDORES DE POEMAS

“El hombre de la flor amarilla”
Emilio Pettoruti




Soy vulnerable.

Me arrastro,
aúllo y me hundo
entre las ruinas
de este país infinito.

Fantasmas,
despojos inmortales
rompen cadenas
saltan murallas
intentan ser salvados.

Los hacedores de poemas
vivimos
aventuras gloriosas.

Pobres niños
buscando
el arco iris.

Inés Aguirre
2013


lunes, 21 de octubre de 2013

El taxista y la dama

El taxista,  mientras recorría por tercera vez la misma calle buscando la dirección que le había indicado su pasajera, pensaba: “¡qué noche de perros! y justo  en mi primer día me tiene que tocar  una vieja que no sabe adónde va… en el fondo me da pena… no sé si me voy animar a cobrarle todo lo que marca el reloj! Ya le tuve mucha paciencia, pero pobre… está muy  nerviosa… a ver si se me descompone la abuela. Y bue… yo  tengo ganas de ir al baño… mejor  bajar  un ratito así se calma y se le va un poco el frío.”
Paró en una pizzería que estaba en la esquina, por la que había pasado varias veces, buscando  el restaurante donde la estaban esperando  a la abuela y  dándose vuelta en el asiento  le preguntó:
-          ¡Abuela!... ¿Por favor, se anima a esperarme unos minutos? ¿O prefiere bajar?  Le aclaró: - tengo necesidad de  ir al baño.
-          Sí, sí, por supuesto… faltaría más…yo también voy- acordó ella.

Entraron al local, que estaba lleno de gente. Buscando con la mirada   cada uno ubicó la puerta, una al lado de la otra, con el consabido signo de su género. El salió primero y como  ella tardaba, vio que se había desocupado una mesa y fue a sentarse.
“Claro… con tanta ropa que lleva encima le costará arreglarse” pensó. Mientras, fue pidiendo al mozo una pizza y una botellita de vino tinto. Como para ir tirando mientras esperaba.
Cuando ella salió del baño, él le hizo señas de que se acercara invitándola  a sentarse. Ella se sorprendió en un principio pero luego fue hasta la mesa de buen grado-. Comenzó a quitarse el abrigo y él le ofreció, cortésmente:
-¿La ayudo? -. Ella aceptó. Ahí pudo apreciar que  “la viejita” tenía un cuerpo bien formado, agradable, se diría.
 Luego de sentarse  se levantó el velo del sombrero.
 – ¡Señor . Qué molesta le debo resultar a usted, con tanta vuelta!
“¡Epa… con la dama…es linda y más joven de lo que creía, viene el paquete completo!” - pensó el taxista.
Y exclamó en voz alta - ¡y yo que le decía “abuela”!.
Ella suspiró agradeciendo el cumplido.
Enseguida llegó la pizza  y empezaron a entrar en confianza. El se enteró de que se llamaba Mery y hábilmente, para saber si tenía el campo libre, le preguntó:
-¿y para quién se ha vestido tan elegante esta noche?
-¡Ah! , es que me esperaban unos amigos para festejar mi cumpleaños.
-          ¡Bueno, entonces festejaremos nosotros también! ¿Qué le parece un champucito?
-          ¿Qué es eso?
-          ¡Un champán, Señora…!
Pasó el tiempo entre copa va, copa viene, confidencias, risas, hasta que Mery que también ya lo llamaba por su nombre, dijo, bastante mareada y no muy  convencida  – Osvaldo… me tengo que ir, es tarde.
El taxista dejó que ella pagara la cuenta porque él no había recaudado nada. La llevó de vuelta hasta su casa casi en silencio, como para no cortar el encanto de la velada.
Se bajó del taxi y tomándola del brazo la acompañó hasta la puerta de su casa.
-          ¿Estás bien?- Le preguntó al oído
-          Sí, sí- dijo, sin soltarse de su mano, mientras abría la puerta con la suya y lo dejaba  entrar al edificio, a su departamento, a su vida.
 Pocas palabras, nada de promesas y muchas caricias.
El taxista y la dama pasaron la más maravillosa noche de amor

Instrucciones para construir puentes y/o muros

 Puentes:
-          Los puentes y los muros tienen usos diferentes, los primeros sirven para unir y los segundos para dividir .En algunos casos se relacionan. O sea que lo primero es tener claro el tipo de construcción y con que materiales cuenta para la ejecución, según los siguientes ejemplos:
-       Gracias a  los puentes se pueden atravesar  ríos, mares, lagos y hasta cualquier charquito en la vereda con un tabloncito arriba se lo puede considerar un puente.
-          También se usan puentes dentales, solidarios, afectivos, culturales, religiosos, de palabras y hasta se puede  “puentear” a las personas. Agregue los tipos de puentes que usted desee.
-          A lo largo de la historia se han construido en el mundo puentes de todo tipo de material. Algunos han resistido el paso del tiempo y otros ya no existen. Los hay muy famosos como el puente de Londres, el de “los suspiros” en Venecia, el puente Romano de Córdoba en España, que atraviesa el Río Guadalquivir, hacia las Torre de la Calahorra uniendo tres culturas. También los hay para jugar… sobre el “puente de Avignon”, en las  películas, como “Los puentes de Madison” y canciones como “Puentecito de mi río” o “Puente Pexoa”. Agregue todos los nombres de puentes que  le gusten  y que se acuerde.
-          Lo más característico de los puentes es que tienen que tener dos puntas para poder atravesarlos, los que van y los que vienen. Es conveniente contar con permisos, acuerdos y libertad para transitarlos. Sirven para conocer a otros, establecer vínculos, relacionarnos, respetarnos, crear lazos de amistad y amor, como también recuperar afectos que se perdieron. Usted puede agregar los usos que necesite.
Los muros
 Los muros  generalmente están sobre tierra firme, pueden dividir, casas, terrenos regiones, pueblos, países, sociedades, cultos, amigos, parejas, hermanos, padres. Usted agregue, si quiere, seguramente hay más, aunque con esto alcanza y sobra.
-. Los antiguos castillos medievales construían murallas de protección rodeados por una gran zanja, pero para salir o entrar ¿debían?…sí, exactamente…bajar un puente levadizo.
-  Los muros se pueden hacer largos, muy largos como la Gran muralla china, pueden tristemente, separar un país como el Muro de Berlín, o muchos, simbólicamente, como “la cortina de Hierro”.Distinto  del “El muro de los lamentos” donde la gente va a orar y a pedir. Si conoce más, ponga tranquilo, yo, de muros, prefiero no acordarme
-Los muros son atractivos para poder saltarlos o derribarlos. Nadie puede fabricar un muro cerrado, sería su propio fin. Pero siempre hay alguien que aprovechará alguna grieta, si le interesa conectarse con el que está adentro, hará un agujero con un pico para atravesarlo o pondrá una escalera, subirá y tirará una bomba para hacer la guerra o un ramo de flores para hacer el amor.
- Generalmente los muros nacen para ser derribados, en cambio los puentes, si se rompen siempre aparece alguien que lo repara o construye otro nuevo.
- Construir puentes, cortarlos, levantar muros o tirarlos abajo, depende de lo que usted decida hacer con la metáfora.

                                        Raquel Micheli
                                        Septiembre de 2013




martes, 30 de julio de 2013

Noche sangrienta



Esa mañana, al despertar en el cuarto de los niños, había sangre en la ropa,  en las sábanas, por todos lados.
Fue en el verano del 48¨. Vivíamos en San Isidro en la casa  contigua al negocio de restaurante de mi padre, situado en una esquina, a 50m. de la estación de tren.  Mi tío, hermano de mi padre y su familia se instalaban en casa para trabajar en la temporada desde Diciembre hasta Marzo, debido a la gran concurrencia de gente que circulaba hacia el Hipódromo de San Isidro.
El verano era la estación que más me gustaba. Eran las  vacaciones  de la escuela, íbamos  al río con mi abuela, mis hermanas y primos. Jugábamos con mi primo Beto, algo  menor que yo, a la “bolita”, con las  figuritas o las carreras de autos. Aunque no eran juegos de “nena”, mi madre no me decía nada, con tal de que estuviéramos en paz.
 Era el tiempo en que las madres nos revoleaban “la zapatilla” para dirimir peleas y cada uno a su lugar, las anginas  se curaban entintando un hisopo con Colubiazol y la indigestión estomacal con las cucharadas de la horrible leche de magnesia Phillips.
 Sin embargo mi  primo  Beto era muy competitivo. Como varón no aceptaba perder en algo y nos peleábamos mucho, trenzándonos de mano, puntapiés y tiradas de pelo hasta que venían a separarnos. Era muy consentido por su mamá y a él no lo retaban. En cambio yo era la que ligaba las palizas porque la situación la sacaba de quicio a mi madre. Mientras, Betito lloraba haciéndose la víctima. La maldad en sus ojos, me atemorizaba.
A Beto le habían regalado para Reyes, un juego de dardos para tirar al blanco, por supuesto que no lo prestaba, pero hacía ya un mes  desde ese día, que lo veía practicar tirando esos dardos  bastante filosos y que clavaba cada vez con más precisión en el centro del círculo de colores.  Mi madre me había advertido que no me acercara porque era un juego muy peligroso.   
Pero la pelea más grave fue la de Febrero en los carnavales. Siempre en mi casa se acostumbraba a jugar al “carnaval”.  Los más chicos usábamos jarros y los grandes a baldazos. Era un festejo esperado para reírnos y disfrutarlo.
Cuando se terminó el plazo que nos fijaba mi madre, se armó la trifulca. Mamá nos cuidaba mientras duraba el juego para que no nos lastimáramos, porque ya sabía que los varones generalmente empleaban la fuerza bruta.  A Beto se le había acabado el agua y nosotras lo gastamos, él me puso un balde de sombrero, pero yo le había tendido una trampa para que se acercara, haciéndole  creer que yo tampoco tenía agua. Saqué el balde lleno que tenía escondido y alcancé a echárselo encima. ¡Era lo peor que podía haber hecho porque “la venganza sería terrible”!
-¡Ganamos!  Gritábamos nosotras. Él estaba rojo de rabia. Después de cambiarse, apareció con los dardos  y apuntándome a   mí, gesticulaba: “esta noche me las vas a pagar”. Yo no le di importancia, levanté los hombros y me fui con Chabela, mi prima mayor, a escuchar las novelas de la radio. A la noche nos fuimos a dormir como siempre. Nos habían puesto a las dos en la habitación que comunicaba con la de mis padres con quieres dormían  mis dos hermanas menores Inés  de 6 y Luly que  era una beba de casi dos años y apenas caminaba.
 Me sentía inquieta, a cada rato me acordaba de la cara de mi primo y también me sentía culpable por trampearlo  y no me animaba a acusarlo por la amenaza que me hacía con el dardo.  Pensaba que nadie me iba a hacer caso. Sabía que yo también era mala, una peleadora y sentía que debía sufrir el castigo. No podía dormir, miraba la puerta doble vidriada, que daba a la galería, en eso vi  una sombra que se acercaba. Solo era alguien que iba al baño. Volví la cabeza a la almohada y creí escuchar que alguien bajaba la manija. Por fin  me venció el cansancio, me dormí y tuve una pesadilla. Soñé con  mi primo que se acercaba sigilosamente con el dardo para pincharme… lancé un grito… y me desperté asustada. Era de día.  Nosotros dormíamos en una salita que daba a la calle, no tenía ventana, pero sí una doble puerta de madera con una banderola arriba. Por ahí se filtraba la luz del sol atenuada por un papel  madera que la cubría, además la puerta de vidrio de la galería tenía visillos que también atajaban la luz. Me senté en la cama, angustiada por el sueño. ¿Era cierto? pensaba  y bajé la vista hacia mi cuerpo. Todo estaba manchado, el  pijama, las sábanas,  Me tocaba por todos lados, ¿dónde estaban las heridas? gritaba, lloraba sin parar. Se despertó mi prima. Ella también estaba toda manchada, se miraba las piernas y se levantaba el camisón  buscando de donde venía la sangre. Yo no me animaba a bajar de la cama, temía encontrar un muerto a mis pies.
 Hasta que grité fuerte: - ¡mamaaaaa!... vení!...-
Y ahí fue todo uno. Mi madre que entra a la habitación   asustada por mis gritos:
 _ ¡Qué   pasa! ¡Qué pasa ¡- trataba de ver en esa semipenumbra, mientras, tanteaba la pared para buscar el botón de la luz .Miraba y no entendía nada.  Vio las manchas rojas en las sábanas .y dio un grito desgarrador. Despertó al resto de la familia. Entonces… supimos la verdad…

 Atrás, parada en el marco de la puerta con la cara también manchada, avanzó  tranquilamente con sus pequeños pasos, mi hermanita,  esgrimiendo  en su mano el arma asesina: un frasquito de colubiazol.

Raquel Micheli

sábado, 27 de julio de 2013

También yo



En una esquina de Buenos Aires
ella escuchaba esa música,
adagio de tristeza,
lágrimas de soledad, sin destino.

También yo
                        viví su dolor
también yo
                        me ahogué en ésas lágrimas
también yo
                       me iluminé con ella
también yo
                      emergí de ésas aguas.
                                  

                                                                   Raquel Micheli
                             24/07/2013
                                              


jueves, 25 de julio de 2013

CONVERSACIÓN CON MI PADRE VIII



Para vivir

Para vivir,
yo busqué un sitio oscuro.
Para vivir.

Para vivir,
practiqué el mimetismo.
Para vivir.

Me compuse mil caras,
mil caras inocentes,
mil caras complacientes.
Para vivir.

Mil caras diferentes,
mi amor, mi buen amor,
mi amor que sólo tienes
la cara del amor.

Yo cavaba la tierra,
callaba, me escondía,
borré todas mis huellas,
me deshice de todo,
mi amor, para vivir.

Para vivir,
yo busqué un sitio puro.
Para vivir.

Para vivir,
sólo había este abismo,
mi amor, para vivir.

Raúl G. Aguirre
1960


Máscaras


Máscaras
disfraces
pantomimas.

Piadosos artificios
que ocultan       
tormentas
incendios
áridos desiertos
de arenas movedizas.

A veces,
el sol,
una luna llena,
o
la caricia del otro.

Entonces,
te quitas
los velos
y
desnuda
en tu alegría,
te pones a bailar.


Inés Aguirre
2013


jueves, 4 de julio de 2013

CONVERSACIÓN CON MI PADRE VII


QUISE ESCRIBIR

Quise escribir hoy un poema, pero
me lo impidió la música que había:
afuera, una calandria y un jilguero
tocaban solos una sinfonía.

Salí al azul que se mostraba entero
salí al azul que me desconocía,
y yo también alado, vocinglero,
sumé mi voz a tanta melodía.

Después, al regresar a mis papeles,
comprendí qué pequeña es mi ventana
y qué inmenso y sin fin es el verano.

En un sueño de soles y de mieles
hoy mi poema se cambió en manzana
y se quedó al alcance de tu mano.

Raúl Gustavo Aguirre
1980




Estamos solos
en esta tierra fértil
que nada pide.
Cosecha las simientes
que tu tiempo abonó.


EL HOMBRE SABIO


El hombre sabio escribe.
Está solo
en la cálida salita,
su mundo de palabras.

Cada tanto
alza la vista:
la ventana
le devuelve
un paraíso.

Rojos, verdes, amarillos,
el sol entra generoso,
lo ilumina.

Una chicharra
y una calandria
cantan
para él.

Un colibrí
aletea
en su hombro
y le susurra
un poema.

De su galera
saca
palomas palabras
palomas poesía.

Su corazón
de poeta
está cansado
pero no deja
de escribir.

Sabe
que es su tiempo
de soñar.

Ahora yo lo leo
y la magia
me acompaña.


Inés Aguirre

2013

viernes, 28 de junio de 2013

Manuela y las cotorritas.

            Manuela a los 9 años fue a vivir a la casa de su abuela que  había venido de Alemania a los 57 años. Cuando  Manuela la  conoció, varios años más tarde,  ya era una persona muy mayor que no había logrado aprender el castellano, solo balbuceaba unas pocas palabras. Los nietos la llamaban “La Oma”.
             Durante su vida en Alemania había pasado por  las dos guerras mundiales y  con mucho sufrimiento. Tenía un  carácter  serio y formal. Parecía una persona muy justa y dentro de lo que se permitía a sí misma, cariñosa.
            La Oma no hablaba español y Manuela  no sabía nada de alemán, pero de alguna forma lograban comunicarse. Utilizando gestos y mímica,   de a poco comenzaron a entenderse.
            La Oma tenía dos cotorritas verdes que ocupaban  una amplia jaula. Las cuidaba mucho. A la noche las cubría  con una funda confeccionada a medida de la jaula para que no tuviesen frío y además, para que no madrugasen mucho.
La Oma, todas las mañanas cumplía el mismo ritual. Quitaba la funda de la jaula, cambiaba el papel con los excrementos del día anterior por uno nuevo. Siempre era una hoja del  Argentinisches Tageblatt, que era el diario que ella recibía semanalmente. Luego renovaba el agua y las semillas de los comederos. Todo lo hacía mientras  murmuraba palabras en alemán y las cotorritas parloteaban sin parar. Manuela  llegó a creer que las cotorras y  La Oma  se entendían en alemán. A veces ésta, les ofrecía semillas con la palma de su mano dentro de la jaula y ellas picoteaban sin temor. La armonía entre las cotorras y La Oma era total.
          A media mañana si el tiempo era bueno, sacaba la jaula al jardín, donde había un gancho instalado especialmente para sostenerla. Ahí las cotorras recibían un  refrigerio extra que podía ser,  unas hojas de lechuga o algunos  trozos de frutas.
Transcurrido el día, al atardecer volvían a la cocina.
          Pero había algo muy especial que La Oma hacía con las cotorritas dos veces a la semana, como si les otorgase un premio. Cerraba la ventana de la cocina, abría la canilla de agua fría de la pileta y regulaba un chorrito pequeño de agua. Entonces abría la puerta de la jaula y ambas cotorras salían. Revoloteaban un rato por la pequeña cocina para luego ir a bañarse debajo del chorrito, siempre parloteando  y peleando entre ellas para ocupar el lugar bajo el agua.
          Manuela  no podía abstraerse al espectáculo de  los pájaros bañándose con tanta  naturalidad bajo el agua, sacudiendo las alitas, revoloteando y cuando se cansaban,  solitas volvían a su jaula. Allí  quedaban hasta que La Oma les cerraba la puertita. Se entendían tan bien entre las tres,  que  la niña pensaba:
-¿Que pasaría si algún día una de ellas desapareciese?
            Ver la escena del  baño era un momento tan grato para Manuela que  pedía a su abuela que lo hiciese todos los días. Pero por alguna razón que nunca supo, La Oma se negaba.
            Todos los días a la tarde, La Oma dormía una siesta más o menos larga. Un día de bastante calor,  Manuela dijo:
─ ¿Por qué no bañar a las cotorritas con este calor?
Allí mismo puso manos a la obra. Abrió la canilla de la pileta y reguló  el chorro de agua para que no fuese muy fuerte. Entreabrió la puertita de la jaula y se sentó a mirar.
Al principio ambas cotorras no salían de la jaula. Miraban a la niña con cierto temor.
Ella esperó tranquila. Observó  como de a poco se acercaban a la puerta, pero aún no se animaban a salir. Entonces abrió un poco más el chorrito de agua,  para que el ruido las estimulara.
            Primero salió una, se posó sobre el mármol de la mesada y parecía llamar a la otra que se veía más indecisa. Cuando salió la segunda, la niña se puso contenta esperando el baño bajo el agua, pero en cambio lo que hicieron las dos cotorritas, fue salir volando muy rápido por la ventana, a la cual Manuela,  había olvidado  cerrar.
         No lo podía creer. ¡Ohh! ¿Qué iba a decir su abuela?
 Las tenía que atrapar sino La Oma se iba a disgustar terriblemente. Salió corriendo al patio, todavía estaban allí, sobre unas plantas. Más cuando la niña se acercó volaron más alto y atravesaron una pared que daba al jardín del vecino. No sabían volar, era el debut, ni siquiera desplegaban bien las alas. Manuela  trepó a la pared con un banquito y  consiguió verlas posadas en la rama de un árbol. Corriendo fue a  casa del vecino, golpeó la puerta y a los gritos pidió:
─ ¡Don Pedro, Don Pedro! Por favor déjeme pasar. Se me volaron las cotorritas de mi abuela y están en el árbol de su jardín.
El buen hombre y su mujer  quisieron ayudarla. Consiguieron una escalera y cuando el vecino estaba subiendo, ambas cotorras levantaron vuelo y nunca más las volvieron a ver.
Manuela  muy angustiada exclamó:
─ ¡Nunca estuvieron sueltas! Si no saben ni volar… ¡Las van a devorar los gatos!
        Creyó  que su abuela  iba a enloquecer cuando se enterara de lo que había hecho. ¡Que audacia la suya!
Rompió en llanto. ¿Cómo iba a  contarle el fatal desenlace a La Oma?
Los vecinos al verla tan desconsolada y arrepentida de su travesura, ofrecieron acompañarla, pero con la condición de que ella debía decir la verdad.
        Finalmente,  Manuela  hipando entre sollozos y con temor, contó  los hechos a La Oma. Ante el  asombro de todos los presentes, La Oma  dijo:
─ Vamos a tener que comprar otras dos cotorritas.
A la semana siguiente la jaula tenía  sus nuevas cotorritas y estas eran iguales a las anteriores. No había diferencia alguna.
       Pero había algo que Manuela no entendía ¿Por qué las cotorritas al principio dudaban de salir de la jaula? Ellas si habían visto la ventana abierta. Finalmente la niña creyó entender  la duda de los dos pájaros. “La elección”: ¿La cómoda vida en la jaula?  o ¿La peligrosa pero  atrayente y  subyugante libertad?
                                                                           Gely



lunes, 24 de junio de 2013

HAIKUS Y TANKAS

EL HAIKU

Es una composición poética de forma fija: tres versos de 5, 7, y 5 sílabas respectivamente. Es una expresión tradicional japonesa que expresa la belleza de la naturaleza a través de imágenes logradas mediante una notable condensación. Es una poesía de gran simplicidad y sutileza que despierta en los lectores una sensación de iluminación espiritual. 
Como ejemplo vayan unos poemas de Matsuo Basho, poeta del siglo XVII que estableció definitivamente el haiku como género literario.

Este camino 
ya nadie lo recorre
 salvo el crepúsculo*
Brisa ligera
la sombra de la glicina
apenas tiembla


*Julio Cortázar colocó este poema como título de uno de sus libros.

Grandes escritores contemporáneos cultivaron esta bella forma poética modificando su contenido  en función de sus necesidades expresivas.
Dos haikus de Borges:

La vasta noche
no es ahora otra cosa
que una fragancia


Ésta es la mano
que alguna vez tocaba
tu cabellera


Dos haikus de Mario Benedetti:

Las hojas secas
son como el testamento
de  los castaños

Óyeme oye
muchacha transeúnte
bésame el alma



En uno de nuestros encuentros del taller nos animamos a intentar la escritura de haikus. Contamos sílabas, tuvimos que ceñirnos a  la notable brevedad, hubo que efectuar una cuidadosa selección de las palabras y les presentamos algunos de los poemas que resultaron (no fue fácil pero sí una experiencia diferente y placentera con las palabras). Partimos de los primeros versos dados, y hubo que completar el poema.
Estos son algunos de los haikus creados por Raquel e Inés:

Cae la tarde,
el sol rojo en el cielo,
brillo de luna.

Cantan los grillos
en las noches cerradas
melodías de amor.

Tierra mojada
de la lluvia cansada
harta bebió.

 En el misterio
las voces que se alejan
claro de luna.

Cantan los grillos
nuestras almas unidas
noche serena.

Cae la tarde
adormece los tilos
la brisa suave.


EL TANKA
Como nos entusiasmamos con los haikus, esta semana las escritoras también metieron mano en otro género poético japonés: el Tanka. Se trata de una forma de poesía que floreció a partir de la creación del abecedario japonés (siglo X) en el cual cada signo corresponde a una sílaba, hecho que facilitó la versificación.
 El Tanka está formado por 31 sílabas dispuestas en una primera parte de tres versos de 5, 7 y 5 sílabas respectivamente, y la segunda parte de dos versos de 7 sílabas. Lo interesante es que se escribe en colaboración. Se propone un tema, una persona escribe los tres primeros versos y se lo pasa a la otra para que complete el poema con los dos últimos versos. Los contemporáneos también incursionaron en este género.
Aquí van dos tankas de Borges:


Alto en la cumbre
todo el jardín es luna,
luna de oro.
Más precioso es el roce
de tu boca en la sombra.

No haber caído,
como otros de mi sangre,
en la batalla.
Ser en la vana noche
el que cuenta las sílabas.

  

Estos son los Tankas que crearon Inés, Neli y Raquel  sobre los siguientes temas: Tiempo/ Amor/ Vida.




TIEMPO

Las horas siempre
preocupación constante
hombre viviendo
mas no dejes que pase
agua sin dejar huella
 AMOR
Amar a mares
en abrazos nos dimos
sin par los besos
luminoso recuerdo
alimento presente
 VIDA
Estamos solos
en la tierra fértil
que nada pide
cosecha la simiente

que tu tiempo abonó