viernes, 29 de junio de 2012

Excursión en bici

Primavera en Cerdanyola del Vallés. Una mañana de sábado, diáfana y tranquila.  La familia va a salir a pasear en bicicleta. Papá controló que funcionaran los frenos y que las ruedas estuvieran infladas. Mamá abrochó las camperas de los dos pequeños y los sentó en las sillitas de plástico celeste del porta equipaje de las dos bicicletas. Todos ya con la protección de sus cascos coloridos en rojo, amarillo, azul y gris, partieron a   encontrarse con sus amigos. Era un viaje programado entre familias con un circuito establecido. Se reunieron en el punto acordado y salieron de la ciudad por la ruta.
Los pequeños, entre asombrados y divertidos, aplaudían  y disfrutaban de la gran aventura. Al costado del camino los acompañaban las flores silvestres y el verdor de los árboles. Mientras el sol se iba elevando, resaltaba los contrastes de los distintos rojos de los techos que quedaban abajo. A lo lejos, en la punta  de la montaña más alta, unas nubes blancas abrazaban  al esqueleto de un antiguo castillo feudal, testigo de un tiempo ya pasado. El viaje siguió, rodeando colinas en suaves subidas y bajadas que los chicos festejaban.
Así, entre risas y con las caras arreboladas por el calorcito, llegaron a otro pueblo. Recorrieron sus calles hasta que eligieron un  parque con juegos para los chicos,  donde todos pudieran descansar,  comer y beber antes de    emprender la vuelta a casa.
Algo me contaron. Lo demás es todo invento, yo sólo vi las fotos y los videítos que me enviaron. Sin embargo mirando los ojazos color cielo de Valentina y la chispeante sonrisa de Felipe, pude compartir desde tan lejos  en ese día de alegría, el gozo y la emoción de mis queridos nietos.

                                                                                                                       Raquel Micheli

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