Cuando Adela cruza las piernas y acomoda su pollera caen pepitas de oro de su falda. Adela espera inquieta, piensa y sonríe. Recuerda el mar y la espuma le moja los pies.
Adela está enamorada.
Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quién la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada. EDUARDO GALEANO
Muy hermoso !!!
ResponderEliminarFelicitaciones