viernes, 20 de julio de 2012

Lo que pueden las palabras

             Hace  unos  años  mi marido y yo,  hicimos una excursión al norte del país. Formábamos parte de un tour con  cerca de 50 pasajeros. El paseo incluía una guía turística, era una joven muy simpática y  amena,  que  no llegaba a los 30 años en ese momento.
            Ya nos había llamado la atención, lo bien que relataba los sucesos históricos de los lugares por los que  pasábamos. Contaba detalles de forma tal,  que se notaba el gusto que tenía por la historia de nuestro país.
Cuando llegamos a  Cafayate,  nos dieron tarde libre, por lo cual  con mi marido,  fuimos a tomar un café en unas mesitas colocadas alrededor de la plaza principal. La guía, que justo pasaba,  nos vio y se  acercó. La invitamos a acompañarnos  y comenzamos una charla mucho más personal que la que  podíamos tener cuando estábamos con el resto de los pasajeros de la excursión.
 Nos contó  varias cosas: Que estaba muy cansada de trabajar como guía turística, aunque el trabajo le gustaba. Pero  tenía que viajar  todas las semanas, siempre con una  excursión nueva y eso la agotaba, impidiéndole  una vida normal. También nos contó,  aunque ya   lo habíamos notado, que le encantaba la historia. Claro, que se había dado cuenta de ese detalle precisamente al  estudiar turismo. Sentía  como que no podía salir de eso, y además necesitaba del trabajo para vivir.
Conversamos un rato largo  y le dijimos que a veces había que tomar decisiones difíciles, pero que a la larga  podían llegar a  mejorarle la calidad de vida, etc. etc. y  era una pena que gustándole tanto la historia no la estudiase.  Sugerimos que tal vez, tendría que buscar la forma de ver como organizaba trabajo con estudio....          

Pasaron varios  años y un día que  viajaba a Bariloche por mi trabajo, estaba en Aeroparque,  cuando  se me acerca una mujer que no reconocí  en ese momento y me dice:
Soy fulana de tal, del viaje que Ud. hizo al norte. Es probable que Ud.  no lo recuerde, pero la tarde que charlamos en Cafayate me cambió la vida.
¿En serio? pregunté asombrada.
Si. Sigo trabajando con el turismo, pero en otro horario y ahora estoy fija en Bs. As. No hago más esos viajes donde estaba toda la semana arriba de un micro.
¡Que bien!
A partir de la charla de esa tarde con Ud.  y su esposo,  me decidí finalmente a estudiar  Historia. Para eso hablé con mis jefes y arreglamos otra forma de trabajar....
Ahh…
Me faltan 2 materias para recibirme de Profesora de Historia. Ud. no sabe lo bien que me hizo esa charla y como me movilizó para generar cambios en mi vida.
Te felicito dije con verdadera alegría
Estoy muy contenta de poder encontrarla y decirle ¡gracias por la ayuda!
Quedé asombrada, no sabía que mi marido y yo  habíamos influido tanto en la vida de una persona con la cual apenas habíamos  compartido solo unos días.
Realmente me dio mucha alegría y pensé cuántas veces alguien te dice o hace algo, que te puede cambiar todo el panorama y la persona que lo provoca,  ni siquiera lo sabe.....o como en mi caso, se entera muchos años más tarde.

Gely Taboadela

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