La vi. Pasó fugazmente. Pero la vi.
Al rato volví a pasar y otra vez la vi. ¿Se estaba escondiendo? ¿Estaba jugando?
- me habrá parecido- dije entre mí.
Al otro día otra vez y al ratito otra vez. Entonces me cercioré.
Sí, era ella. ¿Pero cuál? ¿La de seis años, frente despejada y moño en la cabeza? ¿La de ocho con flequillo o la de diez con rulos y ojos soñadores?
Será la de catorce, que escondía su nariz, su corte de pelo y su magro cuerpo donde pudiera para no salir en las fotos. De a poco ella se fue amigando con sus cambios.
Pasaron décadas. Lo que la vida le dio y le quitó no se puede pesar ni medir.
-Tenés que buscar a la nena- escuché.
Entonces me di cuenta de que la había encontrado
Estaba. No la veía desde hacía mucho, pero estaba. La había visto y no lo podía creer. Me sentí feliz.
La nena me miraba y eran los ojos de todas y cada una. Más allá de las arrugas de los años. Siempre estuvo ahí. Ese era el misterio, estaba ahí y yo no la veía.
Frente a mí, en el espejo, cada día.
Raquel Micheli
Muy lindo Raquel!!
ResponderEliminarBeso
Gely